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4.5.
Los problemas de la traducción
La ambigüedad es una noción fundamental en la traducción porque está
relacionada, a su vez, con las nociones del establecimiento del ‘querer decir’, de la
interpretación de los signos, del ‘no-sentido’, del flujo y también de la profundidad de la
lengua. La ambigüedad en la lengua está constituida, al mismo tiempo, por el flujo del
movimiento ‘no-verbal’ que tiende hacia una forma de expresión, y por el principio de la
‘economía’ que dirige el sistema en su ‘potencialización’ de sentido y en su organización.
Lo ambiguo se percibe como un ‘ajedrez’, puesto que es la manifestación de la ausencia
de tensión en la inscripción del sentido por el lenguaje. Y se convierte en juego
sorprendente porque permite la multiplicación de los mensajes a partir de las formas
(Ballard, 1990:174). Es la revelación explícita de los problemas y dificultades de la
traducción.
La tarea traductiva se afronta con cualquier elemento que interviene en el proceso.
La traducción se convierte en una actividad confusa cuando se hace con poca seguridad
(Rabassa, 1989:12). La falta de certeza en la traducción se atribuye, principalmente, al
cambio constante del entorno de LO y LD, suponiendo, claro está, que el traductor
cumple con los requisitos de este oficio. Este cambio hace de la traducción una
‘autoactualización’ permanente, sin la que todos los tipos de la traducción se convertirían
en una traducción diacrónica, cuya primera preocupación sería la búsqueda de
equivalencias arcaicas para asignarlas a los conceptos actuales, o viceversa. Pues,
filosóficamente, el problema de la traducción surge, según Vegliante (1991:17), por la
imposibilidad de transportar el pensamiento sin una transformación inevitable. Esto no
significa, como pretende Marie-Claude-Frédéric Vaultier
124
, que sea, solamente, una
cuestión de estilo:
“Toutes les difficultés de la traduction sont dans le style, parce que le style,
attaché aux signes et non à la pensée, ne passe point avec cette dernière dans une
formule composée de signes nouveaux. Ce qui n’est que pensée est toujours
facile à traduire (...)”
                                                
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Citado en Hulst (1990:74).
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