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lengua (normalmente la lengua materna), explotando las interferencias entre las dos
lenguas para superar las deficiencias en la comunicación. El uso de estos rasgos, puede
ser temporal o permanente dependiendo de su naturaleza. Y las formas que han sido
prestadas están sujetas a los sistemas de la lengua de destino. Es decir, cuando un sujeto
español no encuentra la equivalencia inglesa del verbo ‘temblar’, por ejemplo, usaría este
verbo en sus producciones como si perteneciera al inglés. Le aplicaría, entonces, todas las
reglas de su sistema (sintácticas y morfológicas): [she is tembling] o [she tembles] para
decir “she is shaking”. Lo mismo haría cuando se trata de la aplicación de las reglas
fonéticas a la palabra ‘ventana’ que podría ser /v
ntan
/ en lugar de /bentana/. Todas las
medidas que toma el sujeto para acercar la pronunciación de la unidad prestada al modelo
de L2, no impiden la distorsión (la violación (Bloomfield, 1950:449)), de su sistema
fonético.
La lengua materna no es, por supuesto, la única fuente del comportamiento de
préstamo. Cualquier otra lengua que conozca el sujeto es también una fuente de formas,
durante su búsqueda de elementos para formar su Interlengua. Son muchos los casos de
sujetos que prefieren recurrir al préstamo de otra segunda lengua. Y a menudo, cuando el
sujeto menos conoce una lengua, más le convence depender de ella como fuente de
préstamo (Corder, 1992:27). Esto se debe, por una parte, al hecho de que en la mayoría
de los casos L3 se suele parecer más a L2 que a L1. Y por otra, a la consideración que
tiene el sujeto de su lengua materna (a través muchos años de convivencia interactiva)
como diferente del resto de las lenguas.
El préstamo se clasifica, por tanto, desde el punto de vista didáctico, como ‘exitoso’
o ‘fracasado’. Sin embargo, para el sujeto, el éxito o el fracaso de este comportamiento se
juzga según y cómo se desarrolla la comunicación, y no por la existencia de los errores.
Si el mensaje, que incluye unidades de préstamo, logra ser comprendido por el
interlocutor, el sujeto no vacilaría en usar las mismas unidades en sus futuras
comunicaciones; aunque supiera, de ante mano, que este comportamiento no es adecuado
en la adquisición. Esto confirma la hipótesis de que el préstamo es un fenómeno de
actuación, y no un proceso de aprendizaje, y que es un rasgo del uso de la lengua y no de
la estructura; es una estrategia comunicativa.
                                                                                                                                                
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En la terminología de la transferencia, a este proceso se da el nombre ‘la hipótesis de la ignorancia’. 
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