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equally importantly they already know some thing of what language is for, what
its communicative functions and potentials are.”
Este conocimiento lingüístico previo es un factor que acelera, más que ralentiza, el
proceso de aprendizaje. Y es inexistente, con esta forma, en el caso de la adquisición de
L1. Y, según Ringbom
(1986:150), cuando la distancia (en lo que concierne a la
naturaleza de la lengua) entre L1 y L2 sea menor, mayor será el disfrute, por parte del
sujeto, del conocimiento lingüístico previo:
“How relevant a learner’s prior linguistic knowledge is to the learning of another
language is largely determined by the perceived distance between the L1 and the
L2. The smaller is the distance, the more relevant this prior knowledge is to the
learner, specially at the critical age of learning.”
 
Las experiencias realizadas durante el intento de aplicar las leyes del sistema de L1
a las de L2, conducen al sujeto a una utilización adecuada del discurso en L2. 
En cuanto al dominio de L1 y L2, como resultado del proceso de adquisición o
aprendizaje, según Klein (1991a:171), es difícil de conseguir tanto para L1 como para L2:
““Language acquisition is a difficult and cumbersome process which extends
over many years until full mastery is reached””
(...) This is clearly true for
second language acquisition where full mastery is rare, anyway. It is no less true
for first language acquisition.”
Sin embargo, es evidente que la mayoría de los pedagogos afirman que el dominio
de L1 es mucho más probable que el de L2, que es siempre relativo y depende de muchos
más factores que en el caso de L1.
En pocas palabras, los pasos de adquisición de la segunda lengua se oponen
siempre a aquellos que seguimos durante la de la lengua materna, los últimos son
naturales, los primeros son artificiales. Y como resumen de todo lo anteriormente
expuesto, la Tabla 
2.1 puede servir para este objetivo.
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