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paralelamente. Es decir, el esfuerzo que se invierte en el aprendizaje de la escritura de L2
es inferior al de L1.
2.8.3.
La estructura.
Si Bloomfield
afirma que la escritura no es una lengua (cfr. 
2.8.2), Roeper
(1987:306) intenta separar la lengua de la gramática:
“(...), grammar and language are radically different though intimately connected.
Grammar is exclusively a set of principles while language includes the
interaction of principles with many other aspects of mind. Understanding the role
of auxiliary language system may allow us to isolate principles of grammar.”
Es decir, la gramática no es más que un conjunto de principios y reglas que, en sí,
no pueden ejecutar ninguna operación comunicativa. Tampoco el resto de los sistemas de
la lengua son capaces de llevar a cabo algunas formas de comunicación. El papel de la
lengua, entonces, es reunir todos los sistemas y gestionarlos interactivamente. La lengua
existe fuera de la existencia de sus componentes; la eliminación de un sistema no implica
la paralización de la lengua. Mientras el papel de los sistemas es mejorar el rendimiento
de la lengua. Teniendo en cuenta que existían lenguas que carecían de uno o más
sistemas, sin embargo la función comunicativa nunca era nula.
Sin embargo, Berwick
(1987:346) asocia el conocimiento de la gramática con el
rendimiento del sujeto:
“(...) As knowledge of grammar develops, more sentences of the target will be
parsable (with other factors
intervening to fix this developmental envelope, of
course). At each stage,
what we can parse is related to what we know about
grammar.”
En este sentido, lo que hace el sujeto es una asociación entre la gramática de la
nueva lengua y la de L1. Por ello,
cuantos más datos gramaticales se introducen en su
conocimiento lingüístico, más consciente será de los mensajes que percibe o produce,
puesto que ya conoce el funcionamiento de la gramática. Y, por consiguiente, su aptitud
para ‘aprehender’ más datos reconocibles aumenta. 
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