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un monopolio exclusivo a L1. Es probable que el profesor nunca utilice la lengua materna
para explicar los conceptos de L2. Pero esto no cambiará el hecho de que los
sujetos
seguirán asociando las informaciones entre ambas lenguas, en su empeño por construir su
sistema. La razón está clara: cualquier nuevo dato se percibe primero por el profesor en
términos de entradas lógicas. Se interpreta luego según la consciencia que ha formulado
de L2 dependiendo de los centros de pensamiento de L1. Y se transfiere finalmente a los
sujetos, en forma de instrucciones no nativas gestionadas por los mecanismos cognitivos
de la lengua nativa.
El profesor transmite a los sujetos su conocimiento de L2 tal como lo ha percibido.
Si es nativo este conocimiento formaría una parte abstracta de la IL, ya que el carácter de
la lengua materna no suele ser distintivo para los nativos, de la misma, que ven la lengua
desde el interior. Esto conduce a que el profesor enseñe una versión correcta de la lengua,
pero que no es lógica. El concepto de algunos universales o particulares no puede
transmitirse sin llevar una imagen analítica. El
subjuntivo, por ejemplo, puede
comprenderse sólo mediante un explicación analítica cognitiva y no funcional, lo cual
resulta difícil de realizar por los nativos. Podemos enseñar una lengua sólo cuando
poseemos las llaves
de acceso a sus mecanismos. La lengua materna, por su relación
biológica con nosotros, nos proporciona, únicamente, el manejo de sus funciones sin que
nos diga nada de cómo hemos podido llegar hasta ella. Un profesor no nativo, sin
embargo, sería capaz de presentar una imagen concreta de la lengua pero no correcta. La
información que hace llegar a los
sujetos suele ser de contenido lingüístico, con pocos
datos pragmáticos sobre los aspectos socioculturales de la lengua. Su papel, por tanto, no
puede sobrepasar al esqueleto de la lengua.
De ser así, el profesor debe poseer cualidades ‘nativas’ y ‘no nativas’ a la vez. Las
primeras son las que le permiten establecer, en los sujetos, la base del funcionamiento de
la lengua. Mientras las otras le proporcionan el medio de personificar la lengua y
presentarla, en forma de unidades analíticas y logarítmicas. Esto implica la introducción
de la lengua en el conocimiento del sujeto por un profesor no nativo, que establecerá las
llaves, que ha conseguido a través de su propia experiencia en la adquisición de L2. Sólo
cuando el sujeto tenga la imagen personificada de la lengua, el profesor nativo puede
guiarle hacia el funcionamiento real de la lengua, teniendo en cuenta que el profesor
puede únicamente enseñar el uso de la lengua y no su comportamiento. 
                                                                                                                                                
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